LA TEFILÁ

 

La mayoría de las personas nunca reza. Ni en la sinagoga, ni en su casa. Algunos esgrimen razones no valederas: "no sé hebreo". Uno se puede conectar con D's en cualquier idioma.

Muchos no rezan porque las oraciones no funcionan. Y no poseen valor comercial. Nuestra sociedad es pragmática, nuestra cultura es utilitaria. Las cosas deben pagarse, y deben dar dividendos. "El crimen no da utilidades" es nuestro argumento para evitar el comportamiento criminal.

Si las oraciones funcionaran directamente para nosotros, nuestra Sinagoga estaría más llena que un Casino. No habría necesidad de monótonamente apostar una ficha al rojo o al negro, o empujar las palancas de los traga-monedas. En realidad, nuestras acciones en los casinos son repetitivas, porque existe una posibilidad de ganar. Para convencer a las personas para rezar, precisamos ganadores. Blas Pascal, filósofo del siglo XVII, conocía la mentalidad del apostador. El decía que era más inteligente rezar que no rezar. Si existe D's y uno le reza, se recibirá algo. Si existe D's y uno no le reza, se pierde la posibilidad de recibir ese algo. Si D's no existe y uno reza, ¿qué se puede perder? Resulta éste un buen argumento para quienes la religión es un juego. Puede así explicarse por qué, en ciertas circunstancias, las personas todavía rezan. Es posible que alguna gente, en la proximidad de su propia muerte, haga exactamente ese razonamiento: es mejor rezar ahora; si existe D's, esta oración me ayudará; si Él no existe, ¿qué tengo que perder?.

Pero cuando ellos están normales y saludables, sus cosas marchan bien, rezar parece una gran pérdida de tiempo y de energía. La plegaria a veces parece una petición. Aún cuando agradecemos alguna cosa, parece una forma de lubricar una maquinaria destinada a seguir acertando las apuestas en el juego de la vida.

Hasta los niños siguen la lógica de Pascal. Una vez pregunté a una de mis hijas si ella rezaba antes de la prueba de Matemáticas. Ella dijo que no, porque es buena en Matemáticas, pero que siempre rezaba antes de la prueba de Geografía, materia en la que tiene dificultades.

Deseamos que las oraciones funcionen. En realidad, para la mayoría de las personas, la oración es una especie de magia. La magia es práctica. Uno desea ciertos resultados y uno desea ser capaz de obtenerlos. Para conseguir resultados existen fórmulas, palabras especiales y hechizos a través de los cuales la magia creará un atajo que acortará el camino a la meta deseada. La magia requiere ciertas palabras. Uno tiene que decir "Ábrete, Sésamo" y sólo así la puerta de la gruta se abrirá. Si se olvida la palabra correcta y se pronuncia otra, la gruta no se abrirá. Existen fórmulas de magia y existen nombres. Abracadabra es una palabra que posee su propia magia. Fue escrita y reescrita centenares de veces en un pergamino, con varias formas geométricas y guardada en el interior de una cruz. Abracadabra es un talismán colgado por un hilo en el cuello de una persona de-sesperada.

La magia está ligada a fórmulas y es poderosa. Lo mágico tiene poder y prestigio, y posee la sabiduría que la torna conocedora de la palabra secreta que le concede ese poder. Es significativo el hecho que nuestro D's no posee nombre. El nombre de D's es inefable, no puede ser dicho. Es imposible pronunciar Su nombre (cuatro consonantes - tetragrama). La razón de esto es que si alguien sabe el nombre de D's, puede pensar que es capaz de controlar-Lo, quien pueda manipular a D's, podrá usar Su nombre para cualquiera de sus propósitos. La verdad es que Él no tiene nombre; Moisés, a lo largo de la Biblia se ha esforzado tanto para descubrir el verdadero nombre de D's, recibiendo apenas una enigmática respuesta: "Yo soy el que Yo soy".

Esta frase ilustra la oposición del judaísmo a la magia, al fetichismo o a la brujería que pretenden ser atajos al camino de D's.

¿Qué tienen estos comentarios que ver con las oraciones? Todo. La magia no es una oración, la oración no es magia. En la magia, la persona está preocupada por alcanzar un objetivo, y no relaciona ni mínimamente el significado o el carácter de los medios utilizados. La magia es impersonal. En la oración, los medios que ayudarán a alcanzar el fin deseado, dependerán invariablemente de la persona, de su actitud, de su mente, de su corazón y de su alma.

Quiero dar un ejemplo. Un niño pregunta: "¿Puedo rezar para sacar un 10 en un examen?". La respuesta correcta es: "No. Tienes que rezar para que algo dentro tuyo te permita obtener ese 10 que tanto deseas".

Este es un ejemplo de una oración perfecta: "Danos, Señor, la capacidad de comprender, discernir, escuchar, aprender, enseñar y obedecer; de practicar y cumplirlas enseñanzas de Tu Torá." Los niños deben aprender que la oración precisa tener valor. El objetivo valioso no es sacarse un 10. Lo importante es el crecimiento espiritual y el aprendizaje, a través de los cuales podrá obtener una señal de reconocimiento.

Uno debe estar sano y sobrio para poder rezar. Rav dice que aquel cuya mente esté en tumulto no debe rezar. La explicación es que aquel que está sufriendo, no debe tomar decisiones. Orar es tomar una de las decisiones más importantes de nuestras vidas. Orar exige sabiduría. Según J.B.Soloveitchik, "orar significa establecer comparaciones, avalar y comprender, en otras palabras, pedir con inteligencia." La primera cosa que pedimos a D's en nuestras oraciones matinales, durante los días de semana, es que Él nos de sabiduría. "Recompénsanos, Señor, con el conocimiento, la comprensión y el discernimiento. Bendito seas, Señor, que das conocimientos a los seres humanos".

Uno precisa el conocimiento porque resulta imprescindible para establecer los límites de la oración. No se puede pedir cualquier cosa que se desee. No se puede, por ejemplo, pedir que una pierna amputada vuelva a crecer. Se debe rezar para tener coraje; o para estar en condiciones de adquirir una prótesis. No se puede rezar por cosas que violan las leyes de la naturaleza. Uno debe aprender a respetar la naturaleza y sus leyes.

Existe en el Talmud (Berajot 54ª.) una discusión referida a este problema, las "tefilat shav", las oraciones necias o vacías. No se puede pedir a D's que el bebé que parirá una mujer sea de sexo masculino. No se trata de una prohibición, sino que el hecho de preferir un varón o una nena, está yendo contra la naturaleza, está ignorando la irreversibilidad del tiempo.

En la Tefilá, uno procura comunicarse con D's. Pero la forma de conectarse con Él, resultará de acuerdo a la posibilidad de contactar con la partícula de divinidad que existe DENTRO DE UNO MISMO. La plegaria activa esa parte divina dentro de uno mismo y entre nosotros. Uno no puede rezar por tener salud, simplemente esperando que D's dé o no salud; para rezar por la salud, uno debe tomar decisiones apropiadas para mantener la salud propia. Uno no puede rezar por la Paz, manteniendo los brazos cruzados, piernas cruzadas y manos cerradas. Como señala Rav en el Talmud: "la oración del hombre, sólo se acepta cuando él coloca el corazón en sus manos"(Taanit 8ª).

La oración DEBE CONMOVER a quien la pronuncia, caso contrario apenas será un pensamiento mágico. El hombre no puede rezar por la paz, sin hacer algo por ella, no puede pedir a D's que ame al pueblo judío, si él mismo no siente ese amor. No puede rezar por la reconstrucción de Israel, sin participar personalmente.

¿La oración funciona? Sí. Siempre que uno mismo funcione. Si se esperan resultados mágicos, no se debe rezar. Las plegarias sólo se realizan, si uno está dispuesto a trabajar por esa realización.

Un individuo que reza está conectado con toda la comunidad. Es por eso que, idealmente, nuestras oraciones más sagradas, son hechas en comunidad, con un minian. El minian focaliza la atención sobre el mundo y sobre las necesidades del mundo. La oración individual dentro de la comunidad es un llamado a la conciencia colectiva de nuestro pueblo.

La Tefilá no es magia. Es algo construido sobre un cimiento de realidad y moralidad. La oración me conduce a la comunidad que integro y me sostiene.

Rabino Harold M. Schulweis