Mujeres Profetas

Por Dr. Alice Shalvi

Rectora del Seminario Schechter de Estudios Judaicos, Jerusalén, y fundadora de la Red de Mujeres de Israel (Israel Women’s Network).

Extraído de la edición de invierno de "Women’s League Outlook for Conservative Judaism", revista femenina del movimiento conservador en Estados Unidos.

El siguiente texto es un extracto de la presentación de Dr. Shalvi en la Convención de la Liga de Mujeres, Noviembre de 1998.

La forma en que uno interpreta nuestros textos sagrados depende de las experiencias de vida que uno ha tenido, razón por la cual resultan tan fascinante los midrashim de mujeres contemporáneas, en los cuales las mujeres traen sus propias experiencias al leer el texto. Por otra parte, cuando estudiamos las discusiones talmúdicas con nuestros propios ojos, podemos discernir algunas de las actitudes tradicionales del judaísmo acerca de las mujeres que aparecen en la Biblia, y hacia las mujeres en general.

La palabra navi (profeta) significa mensajero de D’s, la persona que recibe las palabras de D’s y que entonces está destinada a entregarla al pueblo. Algunos profetas dan la bienvenida a su misión profética mientras que otros la rechazan. Tenemos familiaridad con muchos de los 48 profetas masculinos de la Biblia, pero ¿quiénes son las mujeres profetas?. En el Talmud, en Meguilot (14 a), una discusión acerca de siete profetisas que incluyen a Sara, Miriam, Débora y Huldah, que son específicamente llamadas nivi’ah en el texto bíblico, y Hannah, Abigail y Esther, que no reciben esa denominación. Los temas que los rabinos escogen para establecer la razón de incluir a cada una de estas mujeres en la lista ilustran algunas actitudes poco galantes de parte de los rabinos hacia algunas de las mujeres más destacadas de la Biblia.

Primero viene Sara. Los rabinos comienzan su discusión acerca de Sara al mencionar un segundo nombre para ella, Yiskah. De acuerdo a un rabino, Sara es una profetisa porque discernió (saketa, de la misma palabra que Yiskah) que Isaac sería el heredero verdadero de Abraham y no su primogénito, Ishmael. D’s le dice a Abraham que escuche todo lo que Sara le dice, que expulse a Hagar e Ishmael.

Sin embargo, habiendo dado esta razón para considerar a Sara como nivi’ah, los rabinos dan otra explicación del nombre Yiskah, que significaría "todos observan (sakin) su belleza". Sara ya no es reconocida por su habilidad de discernir el espirítu de santidad, sino más bien por ser la mujer más hermosa de la Biblia.

Decir algo positivo de una mujer en un minuto y luego desdecirse en el siguiente se ha convertido en un patrón de comportamiento de los rabinos en el Talmud.

Cuando los israelitas cruzan el Mar Rojo, en Éxodo 15, la segunda nivi’ah, "Miriam la profetisa, la hermana de Aaron, tombó un tamborín en la mano; y todas las mujeres la siguieron...". ¿Por qué dice que es el hermana de Aarón pero no de Moisés? De acuerdo a los rabinos, era llamada así porque ella profetizaba cuando era todavía solamente la hermana de Aarón. En otras palabras, una vez que nació Moisés, sus fuerzas proféticas desaparecieron, lo cual resulta extraño, ya que es llamada nivi’ah en la Biblia cuando Moisés estaba muy vivo.

Miriam no fue una figura poco importante. Pero los rabino necesitan traer una historia del midrash, que no aparece en la Biblia, en la que Miriam profetiza que Moisés será especial, aún antes que naciera: "Mi madre está destinada a dar a luz un hijo que salvará a Israel". De acuerdo al midrash, cuando nació Moisés, la casa entera se llenó de luz, un signo del cielo de que el recién nacido sería ciertamente especial. El padre de Miriam se levanto y la besó en la cabeza, y le dijo, "Hija mía, tu profesía se ha cumplido". Pero cuando la familia tuvo que esconder el bebé en el río, él la golpeó en la cabeza, diciendo, "Hija, ¿cuál es tu profecía?".

Siempre pensé que Miriam se había colocado a cierta distancia del bebé en el canasto que flotaba en el río para verificar que estuviera seguro. Pero los rabinos del Talmud interpretan su deseo de ver el destino del bebé como su deseo de saber si su profecía se cumpliría. ¿Sería digna del beso o del golpe de su padre?

Consideren la iniciativa y audacia que despliega Miriam cuando la hija del Faraón llega al río: inmediatamente se adelanta y dice que sabe de una nodriza del pueblo hebreo, y con ello salva la vida a su hermano. Pero el Talmud deja implícito que una motivación egoísta la hacía esconderse entre los juncos.

Leemos acerca de Débora, la tercera de las profetisas, que además fue jueza, en el Libro de los Jueces (4:4): "Débora, esposa de Lapidot, era una profetisa. Ella juzgaba a Israel en aquellos tiempos. Se sentaba bajo la palmera de Débora entre Ramá y Bet El en la comarca de las colinas de Efráin y los israelitas venían a ella por decisiones".

En este episodio, Débora se enfrenta a Barak y le dice que D’s le ha comandado marchar al Monte Tabor con diez mil hombres. D’s lo llevará hacia Sísera, capitán del ejército de Jabin, y entregará el ejército enemigo en sus manos. Barak dice que irá sólo si Débora también va con él. "Muy bien", dice ella. "Iré contigo. Sin embargo, no habrá gloria para ti en el curso que estás siguiendo, porque entonces el Eterno entregará a Sídera en manos de una mujer". Débora va con Barak, y Sísera efectivamente muere, a manos de Yael. Como fue profetizado, una mujer se adjudica la victoria.

En uno de los pasajes de espíritu más antipático del Talmud, los rabinos simplemente discuten el hecho que esta gran mujer era la esposa de Lapidot, que significa, literalmente, antorchas o llamas. De acuerdo a los rabinos, Débora es llamada una mujer de llamas porque ella hacía velas y mechas para el tabernáculo. Aquí hay una especie de depreciación de Débora, se rebaja su importancia. Nada se dice de su rol como jueza ni como profetisa.

Luego llegamos a Hannah. El judaísmo deriva todo su concepción y estilo de oración de los susurros de Hannah, que decía palabras silenciosamente, sólo moviendo sus labios, todo lo que lleva al sumo sacerdote, Eli, a pensar que está borracha, cuando en realidad está rogando a D’s por tener un hijo. ¿Qué dicen los rabinos acerca de Hannah? Sólo se interesan por las palabras que escoge cuando agradece a D’s por el eventual nacimiento de su hijo: "Mi corazón exulta en el Eterno, Mi cuerno es exultado en el Eterno", lo cual implica que la casa de Saúl, que fue ungida con con un frasco de aceite, no tendría permanencia prolongada y que la casa de David y Salomón, que serían ungidos con un cuerno de aceite, durarían más en el tiempo.

Es un acertijo lingüístico y otra razón extraordinaria para que Hannah sea llamada nivi’ah. Pero los rabinos no hacen mención del hecho que derivamos nuestra forma de rezar de Hannah, ni que D’s respondió su oración, o que el nombre de su hijo es Sh’mu-El (D’s me escuchó).

Ahora vamos a Abigail. La historia de Abigail (I Samuel 25) es bastante sorprendente. Davida, quién está oculto en las montañas con sus hombres, le pregunta a Naval, el malhumorado esposo de Abigail, si puede darles alimento. Naval no sólo lo rechaza, sino que incluso urde un complot para matarlo. David está tan furioso que hace la promesa de matar a Naval y a toda su familia.

Cuando Abigail oye esto, rápidamente junta vino, pan, maíz seco y tortas, y sale cabalgando al encuentro de David. Se arroja al suelo frente a David y le ruega, "Deja que la culpa sea mía, mi señor... Yo juro, mi señor, que así como el Eterno vive en nosotros, tú vives, el Eterno que te ha evitado buscar lo rojo de la sangre (b’damim) por tus propias manos, deje a tus enemigos y a todos los que dañen a mi señor que les ocurra como Naval... Y cuando el Eterno haya logrado para mi señor todo el bien que te ha prometido y te haya ungido el gobernante de Israel, no dejes que este sea un caso de duda y de falta de coraje de mi señor, mi marido, que hayas derramado sangre sin necesidad y que mi señor buscó lo rojo con sus propias manos".

Abigail le está advirtiendo a David que no tenga sangre en sus manos, lo caul podria ser el obstáculo para que sea ungido rey, lo cual es de hecho su profecía. David le responde, "Bendito sea el Señor, el D’s de Israel que te envió en este día a encontrarme y bendita sea tu prudencia...".

Davida acepta lo que ella ha traído, y Abigail va a casa y le dice a un Naval borracho lo que ha sucedido. El corazón de él "se vuelve de piedra" y dentro de dos semanas está muerto. Abigail se casa con David.

Esta es otra mujer muy inteligente: su velocidad, previsión y uso de la adulación salvan a su marido y su familia. ¿Qué es lo que los rabinos dicen de ella? Escogen centrarse en la descripción de su acercamiento a David desde "la sombra de la montaña" (seter) y su elección de la palabra damim (plural de sangre). Para los rabinos, esta es una referencia al sangramiento de la menstruación (seterim), que es impurificador. David bendice su discreción y que lo abstuvo de culpa de sangre. La palabra damim es plural para indicar tanto la sangre de la ejecución como la sangre de la menstruación.

Los rabinos agregan algo más. Dicen que Abigail desnuda su pierna y que su pierna brilla de modo que David la sigue y dice, "Escúchame", o "Ten sexo conmigo". Abigail responde, "No dejes que este [sexo] sea un obstáculo", un preanuncio del affair de David con Batsheva. De esta forma, para los rabinos la profecía de Abigail no es que David iba a ser rey, sino que tendría malas conductas sexuales, lo que no es explícto en el texto.

Continúan. Mientras Abigail deja a David, le dice: "Cuando el Señor haya hecho bien a mi señor, recuerda a tu sirvienta". Los rabinos ven en esto una prueba del dicho popular, "Mientras una mujer habla, ya está hilando", o sigue urdiendo un plan. Otro dicho que los rabinos atribuyen a Abigail es, "el ganso agacha el cuello mientras avanza pero sus ojos ven lejos". En otras palabras, el ganso puede bajar su cuello, tal como Abigail se postró ante David, pero puede ver mucho más allá en el camino, tal como Abigail urde el futuro. Abigail es comparada con el ganso que "urde un complot".

Ya que personalmente no habría incluido a Abigail en una lista de profetas, pienso que lagunas de las tretas que los rabinos le atribuyen pueden no estar muy lejanas de la realidad. No podemos olvidar que Abigail odia a su marido y que en el minuto en que está muerto, ella se manifiesta disponible para David. Pero aunque ella previene a David de no realizar su terrible vendetta, la implicancia que deducen los rabinos es principalmente que Abigail usa sus encantos sexuales.

Huldah, la próxima profetisa, es llamada nivi’ah en Reyes II 22:14, cuando Hilkiah, el sacerdote, está buscando información para el rey. Los rabinos cuestionan por qué el sacerdote no preguntó a Jeremías, que era un personaje activo en esa época. De acuerdo a la escuela de Rav, Huldah era una pariente cercana de Jeremías, y él no objetó su profecía. Pero de acuerdo a la escuela de Rabbi Shila, Hilkiah pasó a llevar a Jeremías, porque, como mujer, Huldah mostraría un corazón más sensible en su profecía. Todos conocemos esta situación. Prefieres hablar con tu madre porque piensas que ella será menos estricta que tu padre. De acuerdo a Rabbi Yohanan, Jeremías estaba fuera de casa y no había otra opción que recurrir a Huldah. Los rabinos no se pueden decidir a aceptar a Huldah como un profeta.

De manera similar, le prestan poca atención a Esther. Todo lo que llegan a decir acerca de esta mujer valiente, que hábilmente explota las debilidades tanto de Haman (afán de reconocimiento) como de Ahasuerus (pomposidad y poca inteligencia) para salvar a su pueblo, es una referencia al texto en que se describe a Esther quien se viste a sí misma "en realeza", en lugar de decir "con un traje real". Esto, dicen ellos, se refiere a que el espíritu santo fue quien la vistió.

En el próximo párrafo del Talmud, Rabbi Nachman se refiere a "dos mujeres cuyos nombres son odiosos". El primero es Débora ("avispa" en hebreo), quien mandó a llamar a Barak en lugar de ir a buscarlo; y el otro es Huldah ("comadreja" en hebreo), quien señala, "Díganle al hombre", en vez de indicar "Díganle al rey". De nuevo, los rabinos están reduciendo a dos mujeres extraordinarias, Déborah y Huldah, al compararlas con dos animales desagradables.

El punto al que deseo llegar es la naturaleza degradante de la discusión y la falta de reconocimiento de los rabinos hacia el poder de estas mujeres profestas y sus roles cruciales como líderes. Desgraciadamente, esta incapacidad de escuchar a las mujeres está profundamente arraigada en nuestra tradición. Me alegra que en el Judaísmo Conservador por fin las mujeres han encontrado su voz y están siendo estimuladas.

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