En
esta Parashá se nos relata la existencia de cinco sacrificios
principales (Korbanot) que podían ser ofrendados por un individuo:
1) OLA:
Un sacrificio consumido enteramente por el fuego en el Mizbeaj
(Altar)
2) MINJA: A
diferencia de los otros korbanot que consistían de animales, este era
una ofrenda de harina usualmente traída por una persona de pocos
recursos económicos.
3) SHELAMIM: Ofrenda
de paz. Un medio de
expresar agradecimiento a D’s en ocasiones alegres.
Se encuentra incluido también el Korban Todá (que aparece en la
Parashá Tzav)
4) JATAT: Ofrenda de pecado. Expiación por ciertos pecados
cometidos sin intencion por un individuo, incluyendo el Cohen Gadol
(Sumo Sacerdote), el Rey, o los miembros del Sanedrín (Corte Suprema)
como conjunto. Incluye también algunas transgresiones cometidas con
intención. Por ejemplo, comer Jametz en Pésaj o hacer trabajo en
Shabat.
4A) KORBAN OLE VEYORED: Un tipo especial de ofrenda que variaba
con la condición económica del pecador. Era requerida por
transgresiones como:
a) Jurar
en falso que no se posee evidencia necesaria para testimonio
b) Entrar
al Bet Hamikdash (Santuario) o comer alimentos sagrados estando Tumá
(impuro)
c)
No cumplir una promesa.
Una vez que tomaba conciencia de la acción impropia cometida, el
trasgresor confesaba su error y debía traer su sacrificio.
5) ASHAM: Ofrenda de culpa. Se presentaba como parte de la
penitencia requerida para ciertos actos impropios; tales como:
a) usar,
sin intención, propiedades religiosas
b) retener
propiedad ajena a través de un juramento falso
En cada caso, el trasgresor, después de confesar su culpa, debía en
primer lugar devolver la propiedad a su dueño legitimo, además de
agregar un quinto de su valor. Solo después podía ofrendar su
sacrificio y recibir el perdón divino.
Es
bastante natural que Vaikrá tenga relación con el culto sacrificial,
dado que el segundo libro de la Torá, Shemot, finaliza con la
construcción del Tabernáculo en el desierto.
Así, parece natural que Vaikrá hable de la función del Templo
y por lo tanto de las reglas referentes a los sacrificios, que era el
procedimiento universal de adoración en otros pueblos de la época.
El
culto sacrificial judío debía ser realizado en un elevado plano
espiritual. Debía ser el
servicio del hombre a D’s y debía eliminarse de su acción todo
vestigio de magia o de encantamiento además de toda forma de idolatría.
Los
sacrificios comunales, sumados a los personales, contenían verdaderas
lecciones de interdependencia de todos los judíos de la comunidad, que
tenían como objetivo establecer un vinculo de fraternidad.
Las
leyes relacionadas con los sacrificios estaban destinadas a internalizar
en el pueblo el concepto de santidad en el pensamiento y en la acción.
Las leyes de pureza y santidad deben regir el alma y el cuerpo
del hombre, ya que ambos están asociados.
El cuerpo es el instrumento activo de las sensibilidades del
alma.
El
servicio divino debía ser la entrega interior del hombre a D’s.
Servia para que el hombre se elevase a conceptos divinos y no
para que la deidad bajase en el ámbito humano.
El judaísmo insiste constantemente en la elevación del Hombre.
La
palabra hebrea Korban significa "acercarse a D’s".
La proximidad del Hombre a D’s era el efecto psicológico.
Y OLA, significa "ascender, elevar" y simboliza el alma
del hombre subiendo para lograr parecerse a D’s.
Actualmente
el Templo no existe, y la idea de realizar sacrificios de animales nos
es repulsiva. Los
sacrificios fueron establecidos como una herramienta transitoria, un
camino hacia D’s apropiado solo para aquellas generaciones.
Pero la constante evolución del judaísmo determinó que los
sacrificios de antaño fueran reemplazados por nuestras tefilot,
nuestras plegarias. Así,
cuando rezamos ofrecemos el "sacrificio de nuestros labios",
rescatando la necesidad humana de acercarse a D’s (korban) y de
elevarse (ola).
Basado
en: "Jumash Vayikra" de Rabino Marcos Edery
"Lilmod Velelamed" de Rabi Mordechai Katz
"Concepts
and Values" de Solomon Colodner
"Mekorot: Comentarios del Rabino Daniel Kripper"