Resumen de la Parashá Ekev

 

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Nuestra escala de valores….

En nuestra Parashá Ekev, Moshé continúa su discurso final a los Hijos de Israel, prometiéndoles que si cumplen los preceptos de la Torá, van a ser prósperos en la tierra que están a punto de conquistar y de establecerse, cumpliendo así la promesa de Di-s a sus patriarcas.

¿Que significa la prosperidad?

¿Es un objetivo de por sí o un medio para otros fines?

Leemos en nuestra Parashá:

‘Cuídate por si olvidas al Eterno, tu Di-s, para no cuidar Sus mandamientos y Sus ordenanzas, y Sus leyes...Quizá comas y te sacies, y buenas casas edifiques y habites...y digas en tu corazón: Mi fuerza y el vigor de mi mano hizo para mí esta riqueza’ (Devarim 8, 11-14).

La advertencia que aquí encontramos nos permite pensar acerca de esta cuestión.

Cuando hacemos de nuestra prosperidad material un fin en sí mismo estamos cometiendo una doble transgresión: Por un lado, alimentamos nuestra omnipotencia de pensar que “todo” lo conseguimos por nuestra cuenta, olvidándonos de agradecer a nuestro creador, y por otro lado, disminuimos la presencia de Di-s en nuestro mundo.

¿Como transformamos la prosperidad en un medio y no en un fin?

Nuestra Halaja-Ley judía- nos dio la posibilidad de las Brajot-Bendiciones-para recordarnos que el mundo creado por Di-s no es solo creación nuestra.

Tantas veces he escuchado el mismo argumento: ¿Porqué hay bendiciones para “todo” en nuestra tradición y constantemente debemos repetirlas?

La respuesta es sencilla y directa: Es para despertar en nosotros la capacidad de salir de la inercia de nuestros hábitos cotidianos y asomarnos al misterio de la Creación.

Perdimos en nuestra realidad cotidiana la capacidad de asombro, que es el comienzo de una actitud de agradecimiento frente a nuestro Creador.

Recuperar en nuestros corazones la sensibilidad frente al mundo no es una tarea de una sola vez. Es preciso volver a repensar nuestras prioridades y nuestros objetivos.

Es así como en la misma Parashá, Moshé les dice que los 40 años en el desierto durante los cuales Di-s los alimentó con el diario Man del cielo, fueron para enseñarles que "el hombre no vive solo de pan, sino de la palabra de Di-s vive el hombre".

Esta idea refuerza el mismo sentido inicial de despejar de la mente de los hombres el apego excesivo a los bienes materiales.

Nuestra ambición de poseer más bienes no siempre va ligada a la prosperidad.

La prosperidad para la tradición judía no es una mala palabra, salvo que sea el único objetivo en nuestra vida.
Dicha prosperidad debe estar acompañada de un equilibrio que lo marca el crecimiento espiritual en términos de agradecimiento por lo alcanzado.

No es una carrera por lo “último” en termino de bienes y tecnología que nos va a brindar la felicidad.

El balance supone un ser espiritual que se atreve a descubrir el misterio existencial que implica la coexistencia integral con nuestros congéneres.

El desafío de la generación del desierto se plantea una vez más en nuestra generación y nos convoca a revisar continuamente nuestra “escala de valores”.

Un “escala” que no debe transformarse en una escalera al éxito y la posesión, sino una ascensión espiritual que nos permita mejorar nuestro mundo.


Shabat Shalom U Mevoraj

Gustavo Kelmeszes
Rabino Círculo Israelita de Santiago.

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